[1] Los bomberos trasladaron sus cuerpos hasta el cementerio de esa localidad, donde fueron depositados en fosas comunes sin identificar.
[1][2] Fueron víctimas de este operativo Luis Gemetro, Luis Fabbri, Catalina Oviedo de Ciuffo, Danuel Ciuffo, Luis de Cristófaro, María Cristina y Julián Bernat, Claudio Giombini, Elísabeth Käsemann, Rodolfo Goldín, Mario Sgroy, Esteban Andreani, Miguel Harasymiw, Nelo Gasparini y otras dos personas que nunca fueron identificadas.
[4] Daniel Jesús Ciuffo, médico, militante de Organización Comunista Poder Obrero (OCPO).
Los testimonios indican que fue trasladado al centro clandestino El Vesubio.
Ese día Gemetro se había comunicado con su esposa Liliana Franchi diciendo que notaba movimientos extraños y en la misma tarde personas desconocidas en dos coches particulares lo secuestraron.
La vecina entregó al niño a la policía, siendo recuperado por su abuela.
Tanto Lucía Molina, como el hijo por nacer permanecen desaparecidos.
[2] Según el testimonio de su amiga, la pastora Diana Houstin Austin, el día del secuestro se iba a encontrar con Elisabeth para desayunar antes de ir al trabajo, pero nunca llegó.
Relató que el viernes de esa semana, un grupo de personas desconocidas armadas ingresó a su casa, haciéndole preguntas sobre Elisabeth y la secuestraron a ella también.
[15] El juicio por estos asesinatos comenzó en 2010 y uno de los testigos relató cómo encontraron y recogieron los 16 cuerpos, que luego fueron arrojados en una fosa común en el cementerio de Monte Grande.
[16] Los otros represores apresados que fueron interceptados en la provincia de Buenos Aires son el excapitán Ernesto Guillermo Villarruel, los ex cabos del Ejército Oscar Alberto Pirchio y Mario Faustino Velázquez.
Las cuatro detenciones se suman a las de los guardias del Servicio Penitenciario Federal que prestaron servicio en El Vesubio: Hugo Roberto Rodríguez (alias «Techo»), Roberto Horacio Aguirre («Aguilar»), Olegario Domínguez («Kawasaki»), Milcíades Loza («Kolino»), Florencio Gonceski («Garri» o «Garrincha»), Eduardo David Lugo, Serapio Eduardo del Río y Ricardo Enrique Bravo.
Respecto a esta, el EAAF trabajó en el caso a partir de 1986 revisando actas de defunción, libros del cementerio e información de la prensa, concluyendo que se había enterrado a 16 personas: 11 varones y 5 mujeres.