Siendo hija de Martín Amescua y Dolores Santamaría.
Nacida en una familia sin precedentes artísticos, fue alumna interna en un colegio de monjas.
Debuta en 1940, con la película Gracia y justicia dirigida por Julián Torremocha, en el papel de Trini Marqués.
Luego le sigue películas como El difunto es un vivo de 1941, participa en Oro vil escrita y dirigida por Eduardo García Maroto, junto a actores como Ricardo Merino y Florencia Bécquer o ¿Por qué vivir tristes?
En 1943, hizo su último trabajo en el cine con la película Se vende un palacio dirigida por Ladislao Vajda.