Martin van Buren Bates

Y no era porque le tuviéramos miedo, sino porque al ser tan alto su voz resonaba como un toro mugiendo".

Bates apareció montado en su enorme caballo y dio la señal para que fueran ahorcados ante sus familiares.

Volvió a casa solo para comprobar que, como en todo conflicto armado, la paz no había disuelto el odio provocado.

Confesó a su sobrino Sam Wright que ya había contemplado suficiente derramamiento de sangre y no quería más.

Permitió que los familiares enterraran los restos, vendió sus propiedades y, sin decir a nadie dónde iba, se marchó con su sobrino.

Se convirtió en la estrella del espectáculo, realizando una gira por el este de Estados Unidos y Canadá.

Luego trabajó en el John Robinson Circus, donde ganaba 400 dólares mensuales y su sobrino, 50.

Fue atendida por los prestigiosos ginecólogos doctores Cross y Buckland, que no pudieron evitar la muerte de la neonata.

Nada más llegar asistieron a la iglesia baptista pero encontraron los bancos incómodos, por lo que Martin encargó al carpintero local uno acorde con sus tamaños.

La casa también fue diseñada a medida, excepto un ala para los sirvientes e invitados, y desde Inglaterra llegaron los enormes muebles.

Las señoras estuvieron toda la velada de pie, pues les resultaba indigno escalar las enormes sillas o permitir que el caballeroso y apuesto señor Bates las subiera como si de niñas se tratara.

En 1878 salieron de gira con el circo W. W. Cole por los pueblos mineros del Oeste estadounidense.

En 1882 asistieron en Cleveland (Ohio) al circo Barnum & Bailey, pues conocían a muchas de sus estrellas.

Se recluyó en casa, sin fuerzas, y el solícito cuidado de Martin parecía no surtir efecto.

[5]​ En 1893 Martin volvió a casarse, esta vez con la hija del reverendo local, treinta años menor que él y de estatura normal.

Su carácter se agrió con la edad y mascaba tabaco, escupiendo a quien le caía mal.