[1] Aparece en los capítulos XVI y XVII de la Primera Parte del primer libro (1605),[2] y retrata a una moza asturiana que se ve envuelta en un tragicómico malentendido con el «ingenioso caballero de la triste figura» Alonso Quijano (Don Quijote).[3] Algunos estudiosos la consideran el complemento mundano de la etérea Dulcinea del Toboso y, en cierto modo, su par antagónico.[4][a] Cervantes la retrata así: Así describe su físico Cervantes y poco después dice de su talante: Maritornes aparece en el capítulo XVI,[5] como un espejismo más de Alonso Quijano («la Venus del desengaño» la llama el cervantista Casalduero).Maltrechos, llegarán a una venta en la que, lejos de encontrar reposo, vivirán un divertido precedente de las comedias de enredo, cuando en la duermevela nocturna, don Quijote convierte a una desaliñada «moza del partido»,[b] criada de la venta y por nombre Maritornes, en imaginaria dama del imaginario castillo que acude a su lecho, cuando en realidad a quien va a reconfortar con sus artes la moza es a un arriero de Arévalo, que se hospeda y tiene lecho en el mismo camaranchón que hace las veces de aposento general.[c][7] El equívoco de la apasionada y ridícula escena en la oscuridad de la noche se saldará con un auténtico zafarrancho de golpes que empieza repartiendo el burlado arriero y que hace acudir al ventero.