San Mario de Persia fue un comerciante persa que viajó a Roma con su esposa Santa Marta de Roma y con sus dos hijos, Audifax y Ábaco, a venerar las reliquias de los mártires y los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo en tiempos del emperador Claudio II (268-270).
En vista de que no se pudo hacerles renegar de su fe, manteniéndose incólumes en el Señor Jesús, los entregó a un juez llamado Musciano[1] o Marciano para que les diese muerte después de atormentarlos; este hizo apalear a Mario, Audifax y Ábaco,[2] delante de Marta, y después mutiló sus miembros y abrasó sus costados con hachas encendidas.
Llevados por fin al arenal de la Vía Cornelia, sin embargo, todos sintieron la fortaleza del Espíritu Santo, donde fueron decapitados.
Finalmente murieron decapitados en la Vía Cornelia de Roma.
[3] Se les dio sepultura en un campo donde posteriormente se edificó una iglesia en el Buxus (hoy Boccea, en el quartiere XIII), destino posterior de innumerables peregrinaciones durante la Edad Media.