La bioluminiscencia se extiende en todas direcciones y puede manifestar su luminosidad durante días u horas.
Este resplandor nocturno, citado por primera vez por Julio Verne en su obra Veinte mil leguas de viaje submarino, cuando relató la travesía del Nautilus a través de una capa fosforescente (atribuida en la novela a miríadas de animales marinos luminosos); fue también, durante siglos, mito de los marineros que surcaban el Índico.
Los científicos empezaron a registrar este fenómeno en 1915, quedando reconocidos en todo el planeta más de 200 mares de ardora, concentrados en su mayoría en el noroeste del océano Índico y próximos a Indonesia.
Otros lugares donde se pudo visualizar este espectáculo luminoso fueron la costa de Somalia (África), la costa atlántica gallega y la bahía Fosforescente, en Puerto Rico.
UU. y del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey, dirigidos por el científico Steve Miller, consiguieron fotografiar por primera vez este fenómeno a través del satélite oceanográfico.