Destacó por la defensa de las mujeres obreras reclamando condiciones laborales justas.
Inició su activismo social a principios del siglo XX a través de la prensa y el sindicalismo católicos[2] siendo una defensora de las mujeres obreras desde una perspectiva católica.
[2] En 1918 impulsó un feminismo que califica como "posible" razonable y católico que pasaba por la mayor presencia de las mujeres en espacios públicos de educación, beneficencia y asistencia social.
[2] Dimitió por no querer abandonar su tarea en el Sindicato Católico Femenino.
En una de las crónicas publicadas, plantea más reclamaciones: «Tenemos derecho a que no se nos obligue a trabajar más de lo que nuestra salud permite.
Tenemos derecho a que no se nos explote con jornales irrisorios.
Participó e intervino en muchos congresos, pronunció numerosas conferencias y publicó artículos de revista, columnas en la prensa, libros y fue traductora de publicaciones.
[25][26] En 1930 asiste a un Congreso organizado por la Unión Católica Internacional Femenina en Roma, [27]y el mismo año acude a Varsovia, Polonia, al VIII Congreso Internacional para la represión de la trata de mujeres y niños.