María Teresa no tenía sentido de la vida religiosa hasta que leyó un discurso del cardenal Charles Martial Lavigerie, a quien el papa León XIII le había confiado la evangelización de África.
En efecto, tuvo dos encuentros significativos que cambiaron su vida: con las Franciscanas Misioneras de María y con el cardenal Charles Martial Lavigerie.
María Teresa eligió a Pedro Claver, como santo patrono de la obra misionera que emprendía.
El propio papa la recibió en audiencia y apoyó su idea de luchar contra la esclavitud en África.
En 1897, el Sodalicio con su primera sede cerca de Salzburgo se convirtió en una congregación religiosa.