María Josefa Francisca Oribe y Viana

María Josefa Francisca Oribe era tres años mayor que su hermano Manuel Ceferino, más tarde su yerno.

Su notoria actividad revolucionaria le valió repetidas persecuciones, vejámenes y prisión en la Ciudadela de Montevideo.

Fue puesta en prisión junto a Ana Monterroso de Lavalleja y maltratada.

Recuperaron la libertad cuando las huestes artiguistas entraron en Montevideo, en marzo de 1815, y Pepa se dedicó entonces a criar a su única hija, mientras su ya marido legal o exmarido se establecía en Río de Janeiro.

Así logró entrar en Montevideo y allí se puso en contacto con el cirujano brasileño José Pedro de Oliveira, a quien pidió que le facilitara instrumental médico para atender a los patriotas heridos.

En 1826, utilizando sus vínculos pernambucanos comenzó a realizar tareas de espionaje en Montevideo, tal como la testimonió entre otros el entonces Teniente José Brito del Pino.