El año siguiente, se casó con el general Fructuoso Rivera, que fue el primer presidente constitucional del Uruguay, al que acompañó a lo largo de su trayectoria militar y política, lo que significó poner su vida en peligro en varias ocasiones; estuvo informada de todos los acontecimientos de la época y a menudo aconsejó a su marido en estos asuntos.
Residieron en varios lugares como Montevideo y Durazno –donde hicieron construir una gran casa, actual sede del Museo de Historia– y la chacra del Arroyo Seco.
A raíz de esto, y animada por el gobierno central, fue fundadora y presidenta de la Sociedad Filantrópica de Damas Orientales, que creó y financió un hospital en la ciudad destinado a cuidar a los enfermos y heridos de la guerra, donde Fragoso colaboró de manera personal atendiendo a los pacientes.
Además, abrió también las puertas de su casa a los más pobres.
Al Liceo Nº33 de Montevideo se lo designó con su nombre en 1982.