Su familia gestionaba el herradero de su localidad y en esa época era obligatorio que este negocio fuese tutelado por un veterinario.
Su abuelo y su padre habían sido veterinarios, y su madre maestra,[3] pero al retirarse su padre, su hermano, que regentaba el negocio familiar, debería cerrarlo si no había un veterinario.
Fue su padre quien la animó a matricularse en la universidad para obtener el título de veterinaria.
[2][3] No fue la primera mujer en matricularse en Veterinaria, ya que Justina González Morilla se matriculó antes que María Josefa en la Universidad de León, pero finalizó la carrera en 1928.
María Josefa pudo terminarla antes ya que le fueron convalidadas algunas asignaturas superadas en Farmacia.