[6] Su padre protagonizó entre 1721-22 la llamada Expedición de Aguayo que tomó por el título del marquesado que ostentaba como consorte y costeada a su costa gracias al inmenso patrimonio reunido por el matrimonio.
[15][16] El matrimonio, que había regresado a Nueva España en 1712, se instaló primeramente en San Francisco de los Patos.
Aunque las dos hijas ya eran mayores, seguían siendo muy jóvenes especialmente para afrontar la administración de un extenso legado patrimonial.
El título del marquesado pasaba a la mayor, María Josefa de Azlor y de Echeverz, que, más tarde, casaría con Francisco Valdivieso y Mier, I conde de San Pedro del Álamo quien les ayudó en este trance.
Durante esta estancia tuvo noticia del fallecimiento de su hermana y de su cuñado allende los mares, así como del hecho que sus dos sobrinos, menores, tuvieron a un perjudicial administrador que también menoscababa su propia herencia.
También encontrará el decidido apoyo de la comunidad religiosa que pondrá a su disposición hasta 11 miembros más (entre hermanas y novicias) que le acompañarán en su viaje de vuelta a México.
Su posterior papel en el sostenimiento de la fundación iniciada por María Ignacia Azlor será fundamental al igual que el de María Ignacia Sartolo y Colmenares, monja tudelana que será la primera superiora del grupo y de la nueva fundación.
Fueron escoltadas por orden real hasta Canarias por navío militar de El Dragón.
Se alojaron en el convento de la Concepción donde fueron acogidas por la comunidad durante ocho días.