Enemistado con Carrillo, en 1836 organizó, junto con un grupo de exiliados costarricenses, una invasión al departamento del Guanacaste desde Nicaragua.
Supuestamente contaba con el apoyo del gobierno de José Zepeda, mismo que al final no obtuvo.
Fue apresado por el capitán británico que ordenó le rapase su bigote y barbas.
Una placa conmemorativa fue colocada en la pared del atrio donde fue fusilado el Padre Crespín.
El escritor hondureño Rafael Heliodoro Valle, lo califica de "bandolerón" (bandido y ladrón).