Manuel Antonio López de Mesa

Se desempeñó en los cargos de coadjutor y párroco en Donmatías y años después en San Pedro de los Milagros.

A la defunción de monseñor Jesús María Rodríguez (1891) fue nombrado vicario capitular y por segunda vez, durante el obispado de monseñor Juan Nepomuceno Rueda, ocupó el Provisorato y la Vicaría General de la Diócesis.

Fue un obispo muy celoso en el ejercicio de su ministerio episcopal.

Por problemas presentados en el seminario, donde se desencadenó una epidemia de tifo, ordenó el traslado del seminario menor a la población de Abriaquí y después a San Pedro, en 1905.

A su muerte el canónigo Francisco Cristóbal Toro fue elegido como vicario capitular hasta la llegado de monseñor Maximiliano Crespo Rivera como nuevo obispo.