Un mallo (término aragonés ampliamente utilizado en español) es una formación geológica vertical que está o aparenta estar exenta.
[2] Tras ser moldeados por la erosión, estos depósitos aparecen como promontorios residuales adosados a las laderas plegadas y más antiguas de la sierra.
[3] Con el tiempo, estos escarpes evolucionan por la acción combinada del agua, el hielo, el viento y el sol hacia pináculos con zonas superiores redondeadas.
[4] La etimología más probable de la palabra «mallo» es su derivación desde el latín malleus (‘mazo’),[3] por alguna similitud en la forma y proporción de esta geomorfología con mallos o mayales, utilizados para la trilla.
También es posible la influencia de la palabra prerromana molh (en albanés «montaña» es mal, en gascón malh).