Por cierto, esto no impide que esta forma de actuación sea también utilizada o imitada por individuos mucho mejor posicionados socialmente.Se puede considerar "malandro" al "jugador" que manipula las cartas y lleva para sí toda una mano de apuestas.Obviamente, no existe una formalizada "teoría del malandragem" que sustente y justifique ideológicamente este comportamiento típico.Como ya se manifestó, la postura, la actitud, y los hábitos cotidianos del malandro brasilero es retratado principalmente por las artes.El samba "Lenço no Pescoço", escrito por Wilson Batista y grabado por Sílvio Caldas en 1933, se tornó una especie de "himno" del "malandragem brasilero".Sus estrofas describen con precisión el modo de vida de un típico malandro: "Meu chapéu do lado / Tamanco arrastando / Lenço no pescoço / Navalha no bolso / Eu passo gingando / Provoco e desafio / Eu tenho orgulho / Em ser tão vadio.La principal diferencia entre el estereotipo del malandro y la representación de Zé Pelintra, es que este último viste más formalmente, con casaca o saco y corbata (esta última generalmente amarilla), mientras que el típico malandro carioca prefiere usar camisas a rayas sin corbata.Debido a estas características, el malandro muchas veces es rotulado como “perezoso”, “vagabundo”, “escoria”, “haragán”, “indolente”, e “inútil”.Pero por otra parte, y ya que estas actitudes también son típicas de los individuos socialmente desfavorecidos, el malandraje muchas veces es visto con cierta simpatía, o al menos con tolerancia.En su libro "La Gran Masacre de Gatos" (en inglés The Great Cat Massacre), Robert Darnton expone cómo, durante la Alta Edad Media, el malandragem fuera defendido e inmortalizado por las clases populares y como forma de justicia individual.Pero bueno, obsérvese que precisamente esa es la actitud típica del malandragem brasileño en nuestros días, con menor esfuerzo buscar formas más accesibles de obtener ventajas y posiciones confortables, la mayor parte relacionadas con el simple disfrute de placeres sensoriales (comer y beber bien, jugar, apostar, enamorar, bailar, cantar, etc).También es preciso resaltar que la sutileza y la individualidad son algunas de las principales características del malandragem, y en este sentido, un corsario, un asaltante a mano armada, un saqueador, un líder de maleantes, no necesariamente deben ser vistos como malandros, pero sí un contrabandista o un estafador.El estereotipo del malandragem influenció apreciablemente en la cultura brasilera, aunque también en la de otros países y en diferentes épocas.[4] Un buen ejemplo literario de estos dos extremos, puede ser encontrado en la obra "Dona Flor e Seus Dois Maridos", escrita por Jorge Amado.
Chapéu-palheta
, un accesorio indispensable para el
malandro brasilero
de la década del 30.