Magón (344 a. C.)

Magón viajó a Siracusa con una flota de ciento cincuenta trirremes y cincuenta mil hombres, pero no consiguió gran cosa.

Hizo entonces una expedición contra Catania y mientras Neón, gobernador de Siracusa, aprovechaba para hacerse dueño de la Acradina.

Ante la escalada de tensión y desconfianzas entre Cartago y sus aliados, Magón, temiendo una traición tras la llegada de Timoleón al mando de una fuerza muy inferior, embarcó de regreso a Cartago.

Su actitud levantó tales suspicacias e indignación en la capital que se suicidó para evitar un destino más terrible a manos de sus compatriotas.

No obstante, su cuerpo fue crucificado después de muerto.