La macroglosia puede causar anomalías dento-músculo-esqueléticas, crear problemas en la masticación, fonación y manejo de la vía aérea e inestabilidad del tratamiento de ortodoncia o cirugía ortognática.
Galeno la mencionó por primera vez en el siglo II y la ilustraron en esculturas medievales.
Cierto número de casos se registraron en los siglos XVI y XVII.
En 1658 se llevó a cabo el tratamiento quirúrgico de un caso de macroglosia causado por envenenamiento por mercurio y en 1680 Thomas Bartholin operó un paciente con macroglosia.
En 1854 se publicó el primer informe de una macroglosia congénita secundaria a un hamartoma linfático.