Intelectualmente curiosa, estudió botánica y astronomía, y ganó una medalla de oro en 1862, en la Royal Horticultural Society's Botanical Competition por la mejor colección de plantas secas,[1] la cual se publicó en un artículo académico sobre horticultura.
[2] Cinco años más tarde, en 1867, fundó la Sociedad Literaria de las Damas en Mánchester.
[9] Tanto su correspondencia como su trabajo sugieren que Becker tuvo un interés particular en las plantas bisexuales y hermafroditas lo que, quizás, le mostró una evidencia natural de la existencia de un orden sexual y social radicalmente alternativo.
Su interés por la botánica la llevó a estudiar plantas trepadoras de la especie Silene dioica (Lychnis dioica)[7][8] conocidas por volverse hermafroditas bajo ciertas condiciones, lo que la motivó a iniciar una correspondencia con Charles Darwin en 1863, enfocada en temas botánicos.
Su enfoque colaborativo para entender las plantas y su promoción de perspectivas inclusivas imaginaron las relaciones ecológicas como redes interconectadas, mostrando cómo la ciencia puede reflejar principios de justicia y sostenibilidad.
Sus reclamaciones fueron presentadas ante los tribunales por John Coleridge y Richard Pankhurst en Chorlton v. Lings, pero el caso fue desestimado.
[19] Becker propuso una resolución para conceder a las mujeres el derecho de voto en las mismas condiciones que los hombres.
[22] En 1874 en una conferencia organizada por Becker en Mánchester, Emmeline Pankhurst, que entonces tenía quince años, defendió por primera vez en público el sufragio femenino.
[23] El Journal fue la publicación más popular sobre el sufragio femenino en la Gran Bretaña del siglo XIX.
Esta actitud la convirtió en objetivo de frecuentes burlas en periódicos y caricaturas editoriales.