El día 17 se logró introducir el último convoy, pero ese mismo día la situación empeoró para los defensores porque los artilleros rifeños iban afinando y los obuses comenzaban a caer dentro de la posición.
La guarnición se defendía valerosamente, pero lo peor era la ausencia de agua porque el pozo más cercano quedaba a varios kilómetros y el asedio impedía abandonar la posición para hacer la aguada.
La única esperanza era que desde Annual el general Silvestre lograse romper el cerco y les auxiliase, pero los defensores esperaron en vano porque Silvestre sufría sus propios problemas en Annual y no conseguía acercarse a socorrer Igueriben.
El resto quedaron muertos o heridos en las inmediaciones de la posición.
Casado estuvo dieciocho meses en duro cautiverio, sometido a humillaciones y privaciones.
Casado solicitó que se le concediese la Medalla de Sufrimientos por la Patria, fundando la petición en las heridas sufridas en Igueriben.
En el expediente del juicio contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada se cuestionó lo narrado por Casado sobre su actuación en Igueriben y la petición fue rechazada.
[3] Casado abandonó Melilla para volver a su antiguo Regimiento Toledo núm.
Paradójicamente, fueron sus compañeros del Ejército cuyo prestigio contribuyó a defender con su sangre en Igueriben, los que lograron lo que no pudo el enemigo en el combate, acabar con su vida.