Terminada la carrera se dedicó a su verdadera vocación, la literatura, colaborando en periódicos españoles y franceses.
Se significó como autor de una importante obra antisemita publicada en 1928, La civilización en peligro.
Los enemigos de la inteligencia, que incorporaba todos los tropos esenciales del libelo de los Protocolos.
[2] De signo conservador,[3] publicó también obras literarias sobre Madrid como El barrio de Palacio, La calle de San Bernardo, Biografía del Barrio de Salamanca, Biografía del Ateneo de Madrid y Hombres y cosas de la Puerta del Sol, entre otros libros de carácter histórico.
Formó parte de la redacción de La Época, colaboró en la revista Acción Española[4] y en sus últimos años en el diario ABC.