Militar de profesión, inició su carrera como Capitán durante la Guerra Civil de 1891, contra el gobierno de José Manuel Balmaceda, se unió al ejército revolucionario y al terminar el conflicto ya era comandante de Artilleros, sólo terminaría en 1925, alcanzando a ser inspector general del Ejército, el más alto grado en la institución.
Este acto provocó una crisis en el gabinete: el presidente Arturo Alessandri lo nombró ese mismo día ministro de Guerra y Marina (1923-1924).
Los militares presionaron al congreso para aprobar un pliego de demandas políticas, sociales y económicas en nombre del ejército.
Alessandri presentó su renuncia, que no fue aceptada, dándole un permiso de 6 meses para ausentarse del país y, a la madrugada del día 9 se asiló con su familia en la sede diplomática norteamericana.
La primera medida de la misma fue declarar disuelto el poder legislativo.