Luigi Fabbri

Primero condenado por sus actividades anarquistas a la edad de 16 en Ancona, Fabbri pasó muchos años en prisiones italianas.

Luego de estar exiliado en Londres, viajó en un barco mercante al sur de Italia, recorrió toda la península y apareció en Génova, aclamado por la multitud como un líder revolucionario, papel que siempre se negó a asumir, por sus convicciones ideológicas libertarias.

Dirigió el diario del que también Malatesta participaba, Umanità Nova, primero en Milán y luego en Roma.

Por lo tanto, había divisiones en el partido socialista: estaban los maximalistas (revolucionarios) y los “legalistas”.

Fabbri, a esa altura, ya era muy pesimista, y pensaba que el momento revolucionario ya había pasado, y si bien deseaba aprovechar la última oportunidad, no creía que el desenlace fuera favorable a los anarquistas.

Comenzó a tener grandes dificultades en Italia desde el ascenso al poder de Benito Mussolini en 1922, siendo arrestado dos veces.

Fabbri ya había hecho colaboraciones desde Europa para el periódico anarquista La Protesta, de Buenos Aires.