El pueblo se quemó totalmente durante la guerra civil, y posteriormente fue reedificado.
Se conservan dos puentes sobre el Curueño, de traza romana pero con posteriores modificaciones medievales.
Este último tiene tres ojos, y está provisto de tajamares.
Por ellos transitaba una calzada de origen romano, conocida hoy como calzada de la Vegarada (nombre del puerto por el que pasaba a Asturias).
Se conserva en buen uso (aunque cerrado) un molino harinero de tres piedras.