El Ludus Magnus fue construido en su mayor parte en ladrillo, sobre un modesto edificio comercial del siglo I d. C., teniendo una altura de tres plantas.
Los restos que hoy se pueden observar, empezaron a ser excavados en 1937, aunque no terminaron los trabajos hasta veinte años después.
Dichas dimensiones sin embargo son bastante comunes en relación con otros anfiteatros del Imperio romano.
Los ludii imperiales nunca pagaban por los gladiadores, sino que los recibían por botines de guerra, juicios o incluso del propio ejército.
Pasaban por una prueba inicial para determinar el nivel que poseían, además de ser vistos por el médico del recinto.
Pero, también tenían ventajas, como tener comida diaria, un lecho donde dormir y cierta seguridad, incluso algunos de los gladiadores más famosos, y que más dinero generaba al lanista, podían tener sus propios esclavos o decorar sus celdas de distintas formas, como las celdas más lujosas del Ludus Magnus en las que encontramos mosaicos con motivos alusivos a venationes.
En especial, los gladiadores que pertenecían al Ludus Magnus eran los más fieros y fuertes, aunque el camino hasta llegar a serlo era muy complicado.
Los deportistas del Ludus Magnus (como del resto de escuelas), pertenecían a una misma familia gladiatoria, es decir, tenían un sentimiento común de pertenencia a un grupo, como se puede observar en muchos epitafios funerarios.