Loxosceles gaucho

Esta especie fue descrita originalmente en el año 1967 por el aracnólogo estadounidense conservador en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York) Willis John Gertsch, con el mismo nombre científico;[3]​ 3 años antes W. Bücherl la había identificado como Loxosceles rufescens.

[3]​ Como en otros integrantes del género Loxosceles, L. gaucho presenta patas largas y finas; los quelíceros están fusionados en las bases; exhibe sobre un algo deprimido cefalotórax un notorio surco longitudinal; y cuenta con 6 brillantes ojos, los que forma una disposición en triángulo con el vértice apuntando hacia el frente, al poseer un par anterior y un par a cada lado.

gaucho”, el cual también está integrado por L. niedeguidonae Gonçalves-de-Andrade, Bertani, Nagahama, & Barbosa, 2012[6]​ L. chapadensis Bertani, Fukushima & Nagahama, 2010 L. variegata Simon, 1897, L. adelaida Gertsch, 1967 y L. similis Moenkhaus, 1898.

[8]​ Es nocturna y sedentaria, tejiendo una irregular tela blanca bajo rocas, entre troncos o escombros, bajo la corteza de los árboles o en construcciones humanas, como gallineros, galpones, garajes, etc., ocultándose fácilmente detrás de cuadros o muebles, en hendiduras de paredes, etc., si bien esta especie es mucho menos domiciliaria que otras del género.

Esta araña no es agresiva, solo puede morder si se la captura o accidentalmente se la comprime sobre la piel al introducirse entre la ropa, toallas, sábanas, zapatos, etc. Es peligrosa para los seres humanos ya que cuenta con glándulas venenosas que producen varias toxinas (la más importante es la esfingomielinasa), las que al ser inoculadas por una mordedura, producen una enfermedad denominada “loxoscelismo”, la que genera una escara necrótica ulcerosa alrededor de la mordedura, sobre una superficie que puede llegar a los 20 cm de diámetro.