Los géneros discursivos

La antigüedad clásica consideraba el género, estudiado desde la Poética, como un concepto estrictamente literario, sujeto a reglas de creación a las que el autor debía ajustarse y que él mismo con su labor artística imponía, en lo que Pearson ha denominado “imperativos instruccionales”.

Tomando como base esta definición clásica, pero eliminándole el matiz preceptista, para convertirse en un enfoque descriptivo, P. Van Tieghen (en la misma línea que Micó Buchón), considera los géneros como un molde para la creación literaria, sujetos a las variaciones que cada autor desee imprimirles.

Este enfoque didáctico, ya sea preceptivo o descriptivista entró en crisis en el Romanticismo.

La Retórica se ha interesado también por el género literario, pero desde un punto de vista gramatical, entendido como estructura; en su misma línea podemos considerar a autores como René Wellek y Warren, que consideran los géneros literarios como un principio de orden o estructura interior, una “mise en ordre” en terminología de Pierre Kohler.

Esta estrecha relación con la recepción en la comunicación es posiblemente la razón por la que los géneros populares están más profundamente arraigados y definidos en la mentalidad general, hasta tal punto que estudiosos del tema como B. Croce han llegado a negar la existencia de géneros en la literatura culta y han otorgado cierto matiz peyorativo a la clasificación por géneros por tratarse de algo propio de la oralidad y lo popular, si bien, los planteamientos de M. Bajtin parece haber revalorizado el concepto, integrándolo en el estudio dialéctico del texto.