Fue la primera casa señorial en abrirse al público, y es también el primer safari park que hubo fuera de África.
El palacio alberga interiores sumamente lujosos, producto en su mayoría de importantes reformas decorativas emprendidas en los siglos XVIII y XIX.
En la planta baja, otro salón es el único que conserva su decoración isabelina original, con las paredes enchapadas de madera.
La mansión cuenta con extensas colecciones de muebles y porcelanas; a destacar un escritorio que perteneció al político francés Talleyrand.
Los archivos y fondos bibliográficos conservados en Longleat son de notable extensión; unos 40.000 libros repartidos en siete bibliotecas.
Una entrada general permite el acceso a cada atracción y está disponible con un precio de descuento.