Con mayor frecuencia, estas «lluvias» están compuestas por peces o ranas, aunque hay historias que mencionan algunas especies de pájaros.
En ocasiones, la lluvia es tan violenta, que los animales acaban destrozados en el suelo.
[3] Gracias a la prensa escrita, en la época moderna se han generado muchos testimonios, atestiguados por un mayor número de personas, lo cual les incrementa su confiabilidad.
Ampère intentó explicar las lluvias de sapos con una hipótesis que después fue aceptada y refinada por los científicos.
[16] Más recientemente, apareció la explicación científica del fenómeno, que involucra a las trombas marinas.
[17] Más específicamente, algunos tornados y trombas podrían secar completamente una charca, para dejar caer más lejos el agua y la fauna contenida en ésta, en forma de «lluvia de animales».
Otro aspecto es que normalmente cada lluvia de animales se manifiesta con una sola especie a la vez, casi nunca mezclándolas ni incluyendo algas u otras plantas.
En algunos casos, se han alegado causas diferentes para algunas supuestas lluvias de peces.
[24] Lógicamente, las lluvias de animales estuvieron sin explicación científica durante mucho tiempo, mientras que se desarrollaban hipótesis que iban desde los intentos lógicos de explicarse el fenómeno, hasta lo absurdo.
[26] Entre las explicaciones no científicas del fenómeno, se encuentran las interpretaciones paranormales que alegan intervenciones de seres extraterrestres.
Las lluvias de sangre y carne estarían vinculadas a una selección hecha por los visitantes, para aligerar sus almacenes.
Igualmente y en la misma línea especulativa, se sugiere la existencia de anomalías en el espacio-tiempo que traerían los animales desde otras dimensiones.
Esta expresión inglesa, que significa literalmente ‘llueven perros y gatos’, y es equivalente a la española «llover a cántaros», es quizás la referencia más conocida del fenómeno, que encontramos en el lenguaje cotidiano.
La documentación más completa sobre las lluvias de animales, se debe al periodista estadounidense Charles Hoy Fort, quien consagró su vida a los fenómenos inexplicados.
La Sociedad Forteana, creada en su honor, continúa la búsqueda de fenómenos extraños e inexplicados.
En el libro Sido, la escritora Colette describe una lluvia de ranas tibias: