Los que sufren la enfermedad familiar empiezan siendo niños inteligentes pero decaen hasta llegar al nivel de Bart y Homer.
Aunque comienza con buena voluntad, se resiste a aceptar la enfermedad y huye.
Preocupada y sin esperanza, Lisa decide dar a su cerebro una "última cena": pasea por el museo y charla con un guardia de seguridad que practica la pintura amateur; más tarde va al "The Jazz Hole", donde encuentra a una violinista con cuya música queda encantada -a pesar de que la actuación ha sido un fracaso.
Sus respuestas resultan ser mucho más estimulantes: jefa de cirugía, arquitecta, abogada ambientalista...
Cobrada la esperanza en su futuro, logra al fin descifrar el acertijo del comienzo.
Su idea es congelarse a sí mismo y así sobrevivir para ver las maravillas del futuro.
Apu ve en el anciano criogenizado una oportunidad para ganar dinero, lo bautiza Frostillicus (Helatilicus en la traducción para Iberoamérica) y establece una feria en el minisúper llamada “Abarrotes y monstruos” (FREAK-E-MART en inglés), cobrando entrada.
Para complementar la atracción principal se exhiben también una simple lata con la etiqueta desaparecida hace años y una gorra ofensiva.