La presencia de linfocitos T en muestras de tumores resecados derivados de pacientes que sobreviven durante mucho tiempo, así como las respuestas clínicas a diversas inmunoterapias que los revitalizan, demuestra que los linfocitos T juegan un papel importante en la respuesta del sistema inmune contra tumores malignos,[1] por lo que se están realizando investigaciones para utilizarlos como tratamiento en determinados tipos de cáncer.Posteriormente se cultivan en el laboratorio para obtener gran número de células, las cuales se activan con citoquinas (específicamente, IL-2) y se administran al paciente por vía intravenosa con la finalidad de que ataquen al cáncer y destruyan las células malignas.[6][7][8] Alrededor de 1980, el grupo de Steven Rosenberg en el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) realizó estudios iniciales utilizando células asesinas activadas por linfocinas (LAK en inglés) e interleucina-2 recombinante (rIL-2), en la inmunoterapia adoptiva de pacientes con cánceres avanzados, pudiendo demostrar regresión tumoral en pacientes seleccionados,[9] con resultados comparables a otros estudios que utilizaban inmunoterapia.En aquel momento se realizaban también investigaciones concomitantes, con el objetivo de diseñar protocolos de inmunoterapia que pudieran ser más efectivos, pero menos tóxicos que aquellos regímenes LAK / IL-2.En este contexto, experimentación realizada en ratones en el NCI identificó los linfocitos infiltrantes de tumores (TIL) como células tumoricidas que eran más terapéuticas in vivo que las células LAK, y por lo tanto potencialmente útiles en ensayos clínicos.
Microfotografía en la que pueden observarse linfocitos infiltrantes de tumor en un caso de
cáncer de colon
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