En 1937, la aerolínea estatal italiana Ala Littoria expresó su interés en abrir, al igual que las alemanas y francesas, rutas a Sudamérica.
El informe preparado por la compañía al respecto no distinguía preferencia por un hidroavión o un avión terrestre; por lo tanto, se estableció el debate entre sus directivos, pilotos y técnicos sobre la mejor manera de garantizar un vuelo transatlántico.
Inicialmente, el Ala Littoria, una vez consolidada su presencia en Europa, había entablado negociaciones comerciales con la francesa Air France y la alemana Deutsche Lufthansa - DHL, para utilizar de la primera, las estructuras presentes en sus colonias africanas - principalmente Dakar - como escalas técnicas.
Al no conseguir llegar a un acuerdo, se decidió abrir una nueva ruta comercial solicitando la colaboración de España y Portugal.
Los vuelos eran comerciales para servicios postales pero a unos pocos pasajeros (máximo 10-12) se les permitió utilizar la ruta transatlántica.