Liga Española de la Educación y la Cultura Popular

Las raíces de la Liga Española de la Educación se encuentran en el marco del movimiento reformista, ilustrado, progresista, modernizador y laico que vivió la sociedad española, al igual que otras europeas, durante el último tercio del siglo XIX y casi todo el siglo XX, salvo en los periodos de retroceso que el totalitarismo impuso en algunos de nuestros países, especialmente prolongado, sectario, y destructivo en España.

Igual que la Liga de la Educación creada en Francia cincuenta años antes, la Liga Española formaba parte de un movimiento histórico que, desde finales del siglo XIX, promocionó no sólo la idea ilustrada de la educación como condición imprescindible para el progreso humano, en su lucha contra la superstición y la ignorancia que tenían reducida a la especie humana a una situación de permanente minoría de edad, sino también por la institución escolar que haría posible ese derecho para todo el pueblo: la escuela pública, gratuita y laica, creada por el Estado democrático, capacitada para realizar una buena pedagogía para la democracia.

La Liga es un movimiento educativo, cultural y social de carácter federativo, en el que cada asociación federada tiene autonomía para ejecutar las iniciativas que todos comparten y empeñar el compromiso de los socios en todos aquellos sectores que se han establecido como de actividad común para toda la federación.

Como movimiento educativo, cultural y social de la sociedad civil su finalidad consiste en esforzarse para que todos puedan disfrutar del derecho a la educación y a la cultura, como medio para que todas las personas puedan alcanzar el estatus de ciudadanía plena en una sociedad solidaria, democrática y justa.

En la Liga asume la “laicidad en positivo”, que no debe ser un concepto abstracto, ni una idea desvinculada de la realidad, ni una expresión sectaria contraria a las creencias libremente elegidas por cada cual.

Para la Liga, la laicidad sólo es posible si se consigue conjugar la libertad de conciencia con la justicia social – la igualdad necesaria para ser auténticamente libres- y el respeto al pluralismo religioso, moral y cultural, que debe ser garantizado en una sociedad democrática de ciudadanos libres e iguales.

La Liga se compromete a respetar ese pluralismo en todas y cada una de sus actuaciones.

La Liga, por tanto, nada tiene que ver con ningún movimiento antirreligioso o confesional, ni tampoco político, pues se propone servir a todos los ciudadanos, cualesquiera que sean sus condiciones sin someterles a ningún tipo de proselitismo a cambio de los servicios que les presta.

Es un movimiento educativo, cultural y cívico para la promoción de la ciudadanía plena, inspirado en una ética cívica que pueda ser compartida por todos, cualesquiera que sean sus convicciones religiosas o políticas.

Ha sido promotora desinteresada y defensora de la nueva asignatura, superando en este esfuerzo a otros sectores y entidades que tenían más obligaciones que ella.

La población inmigrante constituye un colectivo especialmente vulnerable de exclusión social que supone la ausencia de participación en los intercambios, prácticas y derechos sociales que configuran la integración.

Promueve el desarrollo del mismo y cuenta con una gran cantidad de personas que lo ejercen.