La revista buscaba crear en espacio para la educación integral de la mujer: literatura, historia, economía doméstica, religión.
Todos estos objetos muy fuera del alcance de las clases más populares.
Los mismos eran de gran variedad y no se limitaban a un contexto local.
Con frecuencia se encontraban en la revista cuentos y textos traducidos de autores franceses, norteamericanos e ingleses o textos de escritores en lengua española como Tomás Carrasquilla, Azorín, Gabriela Mistral, Alfonsina Stormi o Porfirio Barba-Jacob.
Además, en la revista colaboraban escritores amateur que enviaban sus obras (cuentos, poemas, etc.) por lo cual a muchos autores solo se los puede identificar con seudónimos.
El objetivo era dar a la mujer herramientas que le permitieran ser más que solo una sirvienta: no solo debería de saber cómo llevar un hogar, sino, como cuidar y educar de maneras correctas a sus hijos y, además, ser capaz de tener intereses y ‘’hobbies’’ más “educados” que le permitieran llevar una conversación con su esposo.
Desde sus inicios, Letras y Encajes se preocupó por la educación de la mujer no solo en términos intelectuales, sino también en prácticos.
La preocupación por un enseñanza de la “ciencia del hogar”[8] parece ser una preocupación común a todas las mujeres tanto campesinas como de clase media y alta, ya que, al tener estos conocimientos la mujer es capaz de brindar un mejor hogar para sus hijos y esposo siendo, en última instancia, un valor intangible para la sociedad.
La revista se imprimió durante toda su duración en la Tipografía Industrial de Medellín.