No existe evidencia de que las lenguas hispano-célticas formaran un grupo filogenético, y usualmente se las clasifica como parte del grupo de las lenguas célticas continentales.
Las variedades hispano-célticas bien caracterizadas incluyen dos grupos: Esta última variedad, menos atestiguada, que Jordán propone denominar "hispano-céltico noroccidental", puede ser asociado probablemente a las tempranas inscripciones de estelas del suroeste peninsular, que algunos investigadores[6][3][7] creen representar una lengua céltica relacionada con el idioma tartésico.
De hecho, todo el material céltico existente en la península correspondería a más variedades que a las reconocibles, así la lengua de etnias como los astures, galaicos, cántabros, los vacceos, los carpetanos, los célticos y otros habrían sido de lengua celta, pero no está claro hasta qué punto las variedades lingüísticas habladas por ellos constituían lenguas diferentes del celtibérico o del celta galaico, o eran dialectos de alguna de estas últimas.
Las variedades hispano-célticas occidentales comparten con el celtíbero un núcleo distintivo y probablemente innovativo, suficiente como para justificar el término "hispano-céltico" como sub-familia lingüística más allá de la pura clasificación geográfica.
[2] Como parte del esfuerzo por establecer un continuum dialectal hispano-céltico,[2] Luján[10] (2007) intentó diferenciar el dialecto vetón de la vecina lengua lusitana, usando los nombres personales de los vetones para describir los siguientes cambios fonéticos (del proto-indoeuropeo al proto-céltico):[11]