Se realiza a base de harina cocida con leche y azúcar hasta que espese, cortándose la masa resultante en porciones que posteriormente se fríen.
[1] Suele servirse como un postre, espolvoreado con azúcar y canela en polvo.
Debido a que sigue siendo tradicional elaborar la leche frita de forma casera y artesanal, existen muchas variantes tanto en la receta como en la forma de preparación y la presentación final.
En un bol se mezclan azúcar, harina y yema de huevo, incorporando luego la leche templada para mezclar bien y cocer a fuego suave.
Se obtiene así una masa espesa que se dispone en una fuente untada con mantequilla fundida, con un espesor de 1 a 2 cm, y se deja enfriar para luego cortarla en porciones alargadas, cuadradas, rectangulares o romboidales.