Posee un conjunto lacustre de especial interés formado por las lagunas del Carrizal y la Tenca.
[6] A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz en su diccionario dijo que disponía de ayuntamiento, constaba de unas 150 casas distribuidas en varias calles y articuladas respecto a una plaza.
En el campo artesano ha destacado a lo largo de su historia la actividad alfarera.
Esta hipótesis de defiende sobre dos pilares; por un lado, la propia palabra mediante las leyes de evolución fonética del latín pudo derivar desde este término culto hasta el término coloquial Salcedón que conocemos hoy: Salictum> término latino Salictun > la “m” final cae y cambia a “n” Salicton> la “u” final cierra en “o” Salciton> la vocal “i” tónica breve cambia de posición y se une el grupo consonántico “lc” Salceton> la vocal “i” tónica breve pasa a “e” Salcedon> la oclusiva sorda “t” tiende a convertirse en “d” Por otro lado, dentro de un análisis más propio de las ciencias sociales, el vocablo latino al que nos referimos significa “sacedal”, “lugar de sauces” e incluso un “lugar húmedo”.
Esta descripción teóricamente vendría a denominar el lugar en que la imagen de la virgen se apareció, lo cual coincide con la descripción real del lugar donde se levanta la ermita, puesto que próximo a la misma existe un gran prado con algunas charcas, álamos blancos (chopos) y arroyos; una zona que en el momento en que se levantó la ermita y apareció la imagen pudo denominarse con este término.
La imagen representa a la Virgen con el niño, este tipo de representaciones son muy comunes en la Edad Media y aunque al principio pretenden relegar la imagen de María como madre de Jesús (al que representan con rasgos adultos) con el tiempo le van a ir concediendo una mayor importancia a la Virgen.
En este caso, las primeras vírgenes suelen llevar en su mano una manzana que con el tiempo pasa a ser una flor, ambas representaciones aparte de ser decorativas están cargadas de un fuerte simbolismo y aluden al paraíso.
Tiene rasgos infantiles, aunque se trata de un niño pequeño sin llegar a ser un bebé.
Este hecho no hay que relacionarlo con una falta de técnica del autor, sino que intenta realzar partes del cuerpo sobre las demás huyendo del realismo que caracterizará épocas estilísticas anteriores (arte Clásico) y posteriores (Renacimiento), aportando una importancia simbólica a las mismas.
Las líneas más características son las verticales, que predominan en la talla (el brazo y mano de la virgen, el propio cuerpo del niño, las piernas de la virgen e incluso se vislumbran en los pliegues del vestido); no obstante, también tiene una marcada importancia la línea que se realiza entre la madre y el niño.
En el segundo caso, el azul era un color difícil de conseguir, que a menudo se obtenía con minerales procedentes de Asia Menor por lo que era un tono muy caro y exclusivo que solo se podía emplear en superficies y tallas muy especiales, como en este caso, para el manto de la Virgen.