Las paredes oyen

[5]​[6]​ [7]​ Este arquetipo romántico pertenece a don Juan: un hombre tenaz y contrahecho que siente por doña Ana un amor puro, hondo, con raíces bien plantadas, que enfrenta la retórica y galanura de don Mendo, a quien solo mueve la pasión.

Aunque utiliza la conjunción de Marte y Venus en el signo del León[10]​ para ensalzarse a sí mismo, la obra muestra como en la astrología esta figura celestial también tiene connotaciones maléficas.

[11]​ Es así que al encontrarse a medianoche con doña Ana, Mendo trata de forzarla.

Aquí es cuando se refuerzan los rasgos autobiográficos de Las paredes oyen: don Juan triunfa sobre su rival por su amor apasionado hacia doña Ana.

Hay una intención moralizante, aunque su propósito no es castigar sino informar con autoridad de que se ha obrado mal.