El movimiento feminista vasco se volcó en la defensa de estas mujeres y consiguió que el caso trascendiera el ámbito privado y tuviera una fuerte repercusión mediática, nacional e internacional.
Enviaron notas de prensa a los periódicos, crearon lemas que llegaron a ser muy populares como «Si los obispos pariesen, el aborto sería ley» o «Nosotras parimos, nosotras decidimos», se encadenaron en lugares públicos, se encerraron en los ayuntamientos o hicieron manifestaciones en ciudades de toda España y también en París, Lisboa o Lausana.
Acciones todas estas que fueron seguidas por los medios de comunicación con detalle.
[2] Replicando la iniciativa de las mujeres que en Francia habían firmado el manifiesto de las 343, se decidió elaborar un documento que recogía la declaración de mujeres conocidas de todos los ámbitos que también habían abortado de forma voluntaria y, en menos de setenta y dos horas, se consiguió la solidaridad de mil trescientas cincuenta y siete mujeres, algunas muy conocidas como Ana Belén, Massiel, Amparo Muñoz, Cristina Alberdi, Pilar Brabo, Mercedes Milá, Matilde Fernández, Pilar Miró, Eva Forest, Lidia Falcón, Rosa Regàs, Nativel Preciado, Susana Olmo, Soledad Gallego-Díaz, Maruja Torres, Karmentxu Marín y otras actrices, cantantes, médicas, abogadas, políticas, profesoras, escritoras o periodistas.
Dieron entrevistas en radio, enviaron cartas abiertas a los periódicos en las que agradecían los apoyos, explicaban sus motivos para abortar y reclamaban el derecho a decidir sobre sus cuerpos.
Según la defensa, su situación personal, familiar, médica y social las había llevado a abortar siendo este el mal menor; es decir, sabían que abortar estaba penado, pero no debían ser juzgadas porque las mujeres que tenían medios económicos suficientes no necesitaban ponerse en manos de una abortera con riesgo para su vida, su salud y su libertad, ya que podían salir de España para practicarse abortos.
Sin embargo, para ellas esta salida era imposible;[2] por lo tanto, había desigualdad de hecho ante la ley.
[2] Fueron absueltas nueve de las once personas acusadas y se condenó a la mujer que había realizado los abortos, aunque la sentencia recogía también que la condena ya se había cumplido entre la prisión preventiva y las demoras del juicio y al hombre inductor.
[8][7] Pero la Fiscalía recurrió la sentencia ante el Tribunal Supremo y un año después dio la razón al fiscal diciendo que el simple hecho de querer abortar, incluso sin estar embarazada, era un delito y la apuradísima situación económica de aquellas mujeres no les pareció razón suficiente para no condenarlas;[2][13] por lo que, aunque absolvió a cuatro, condenó a multas y a pena de cárcel a las demás, que no llegaron a entrar en prisión porque se les aplicaron los indultos del año 1975 y 1977.