La viuda negra es una película mexicana dirigida por Arturo Ripstein, basada en la obra teatral Debiera haber obispas de Rafael Solana.
En un pequeño pueblo de México se viven las intrigas y los secretos: Matea (Isela Vega) es una huérfana que asiste al cura, el Padre Feliciano (Mario Almada), en su parroquia.
Matea se convierte en una especie de sacerdotisa a la que conocen como la “viuda negra”.
[1] El sexenio del presidente Jose López Portillo, sin duda, será recordado como uno de los más vergonzosos en la historia del cine mexicano, ya que no se conformó con desmembrar la estatalización del cine llevada a cabo apenas tres años atrás.
Basada en la obra teatral Debiera haber obispas, del dramaturgo Rafael Solana, se la consideró poco apta, por lo que la decisión fue simple: vetarla.