La toilette (En el tocador)

[1]​ La pintura muestra un interior doméstico aparentemente desordenado, aunque una observación detenida indica que esto es producto de las prisas.

La joven, dama o cortesana no está claro, espera una visita imprevista, avisada por la carta que se ve sobre la chimenea y procede a vestirse aprisa y corriendo; está colocándose una liga, la otra pende sobre la repisa de la chimenea, mientras su sirvienta le presenta tocados; su cuerpo de espaldas tapa el tocador.

Los interiores domésticos habían sido tratados profusamente en la pintura barroca holandesa, pero imbuidos de religiosa austeridad calvinista.

El Rococó también gustó de las escenas cotidianas e intrascendentes, pero ya desde una óptica alegre, mundana y pícara, al permitir observar la intimidad de las damas en sus alcobas, tocadores y boudoirs, como en esta encantadora escena.

La extrema atención al detalle, texturas y materiales las convierten en un valioso testimonio para conocer las costumbres, modas e interiores del siglo XVIII.