Acompañado por los fieles Carmaux, Wan Stiller y Moko, el Corsario se dirige a Nicaragua donde conoce a la princesa india Yara, quien se enamora perdidamente del heroico pirata.
Una vez consumada la muerte de Wan Guld, en su huida el Corsario Negro y varios de sus hombres son capturados por indios caribes.
Afortunadamente, Honorata, abandonada en un bote a la deriva al final de la primera novela, había naufragado en la costa y tomada como diosa por los indios y coronada reina.
Salgari no se refiere a sus personajes como a los tradicionales piratas, que saquean, matan y destruyen con su típica fama de hombres crueles carentes de valores.
Habla, más bien, de hombres valientes que luchan por la justicia, que creen en el honor, la honestidad y el valor de la palabra.