La disputa del Sacramento

Es pues esta realidad teológica compleja la que Rafael pretende representar en este fresco que debe ser, dado que se destina a la oficina y a la biblioteca del papa Julio II, un apoyo a la contemplación del misterio de la Iglesia sobre tierra y en los Cielos.

En la parte inferior aparece la Iglesia como institución que custodia la Eucaristía y milita en defensa de la fe.

A san Gregorio, Rafael le dio los rasgos de Julio II.

Probablemente Rafael quiso incluirlo para homenajear su intento de moralizar Florencia con la predicación y construir así una nueva Jerusalén, a pesar de que este intento fallase y le costase la vida.

Muy cerca del altar aparece el hoy también beato pintor Fray Angélico, admirado por sus frescos y pinturas sublimes.

La escena es muy animada, y si la interpretación un poco inexacta de Vasari habla de conflicto, se ve que el término no es totalmente inadecuado para caracterizar la atmósfera que éste interpreta del registro terrestre del fresco.

Lejos de la Sacra conversación, cuyo intercambio es más de orden místico que intelectual, los personajes parecen aquí ocupados intercambiando observaciones, gesticulando, señalando al cielo, a otros personajes o al Santísimo Sacramento, o también concentrando su atención sobre algunos escritos.

Los numerosos libros representados participan ciertamente así de este esfuerzo de elaboración conceptual que encarna la Iglesia militante, y del cual es continuador el pontífice Julio II, para quien que se pinta esta obra.

La pintura es un fresco, con todas las dificultades de ejecución que ello conlleva.

Rafael debe en este caso actuar sobre una superficie que tenía una forma inusual: la pared no es cuadrangular, y presenta la dificultad de tener un arco en la zona superior y además, de que en la parte inferior a la derecha, se abriera una puerta.

Se puede por otra parte reconocer numerosas figuras entre estos personajes dispuestos por una y otra parte un altar que domina un extenso paisaje: todos enarbolan posiciones singulares, indicando la preocupación de Rafael por una cierta naturalidad.