La construcción de la realidad social (en inglés, The Construction of Social Reality) es un libro escrito por el filósofo estadounidense John R. Searle publicado por primera vez en 1995 y su primera traducción al español en 1997.
En este libro se trabajan varias posturas desde la filosofía de la mente y la ciencia cognitiva.
En él expone sus trabajos e ideas sobre los rasgos estructurales generales de la cultura humana, en relación con la posibilidad del lenguaje para crear la realidad.
[1] Para sostener esto Searle afirma sobre los objetos que: Para representar esto se toma el ejemplo de hecho intrínseco como: “este objeto es una piedra”, y uno relativo al observador como: “esto es un pisapapeles”, así, Searle afirma que las funciones que damos a las cosas nunca son intrínsecas a la física de los fenómenos, sino asignadas por los observadores, es decir son relativas al observador.
«Convención» implica arbitrariedad, pero las reglas constitutivas no son arbitrarias en este sentido.
El contexto «X cuenta cómo Y en C» es intencional-con-una-s. Es referencialmente opaco en tanto que no permite la substituibilidad de las expresiones coextensivas.
Así, por ejemplo, los enunciados: Los conceptos que nombran hechos sociales parecen tener un peculiar tipo de autorreferencialidad.
Lógicamente hablando, el enunciado «Un cierto tipo de substancia, x, es dinero»[1] implica en un contexto Y, se reconoce con tal función bajo la intencionalidad colectiva.
El mero comportarse de cierto modo, estando el comportamiento construido en términos de meros movimientos corporales, no es suficiente para que una comunidad tenga una reina o tenga esclavas.
Debería darse, además el matrimonio, es la imposición colectiva de función a entidades que -a diferencia de las palancas, las banquetas y los automóviles- no pueden cumplir las funciones merced a su mera estructura física.
En algunos casos, el papel-moneda, por ejemplo, eso ocurre porque la estructura solo está incidentalmente relacionada con la función; en otros, los conductores con permiso, por ejemplo, porque no estamos dispuestos a permitir que la gente cumpla la función de conducir a menos que hayan sido autorizados para ello.
Por ejemplo, un animal puede tener sensaciones conscientes de hambre y sed, siendo ambas formas un deseo.
El lenguaje por tal es indispensable para los hechos institucionales, ya que epistémicamente se requiere que en la estructura de estos hechos se imponga un status, el cual no obedece solamente a su constitución física sino adicionalmente a nuestro sistema de representaciones, estos hechos además requieren ser comunicables, para que funcionen y se constituyan debe de poder ser decibles, por ejemplo para que la institución matrimonio exista, debo poder ser capaz de decirle a alguien que estoy casado, también es necesario el lenguaje porque en realidad los hechos institucionales son muy complejos, como ir a un café mientras leo un libro en una ciudad y luego me atienden una mesera, bajo este ejemplo necesito tener representaciones del dinero (con el cual voy a pagar), de las relaciones sociales ( para interactuar con la mesera), de las convenciones al comer, etc. Y esto lleva a pensamientos sobre sistemas complejos como el estado, el sistema económico, la propiedad, etc.
[1] Los hechos institucionales por su parte se pueden clasificar por: A. su objeto, Podemos distinguir entre hechos institucionales lingüísticos, económicos, políticos, religiosos, etc. la distinción más importante en punto a objeto se da entre los lingüísticos y los no lingüísticos, entre, por ejemplo, el hecho de que la sentencia «Es regnet» significa «Llueve» y el Hecho de que Bill Clinton fue elegido presidente de los Estados Unidos.
Podemos distinguir entre la creación inicial de un hecho institucional (por ejemplo, Clinton llegó a presidente en 1993), su continuado mantenimiento (por ejemplo, Clinton fue presidente durante todo el año 1993, el Parlamento está en sesión, etc.) y su final desaparición por expiración, decadencia o abierta destrucción (por ejemplo, el Imperio Bizantino se derrumbó en 1453).
Los trasfondos se manifiestan como contenidos, que forman parte de las precondiciones para el funcionamiento de contenidos intencionales, manifestaciones del trasfondo son pues, maneras en que este da forma a la intencionalidad, Searle enuncia siete: Primero, El trasfondo permite que se dé la interpretación lingüística y cualquier sentencia subdetermina radicalmente las condiciones de verdad de la misma, las palabras tienen un contenido semántico, así que de modo inmediato , interpretamos ideas y sentencias bajo un sentido estereotípicamente apropiado; segundo, el trasfondo permite que se dé la interpretación perceptiva lo que vale para la semántica, vale para la percepción, esto quiere decir que decir esto es una silla, equivale a asimilar un caso donde el perceptor asimila un objeto a una categoría que le resulta familiar, tercero, el trasfondo estructura la consciencia, de tal modo que nuestras percepciones y experiencias conscientes viene a nosotros desde aspectos de familiaridad, así nos encontremos en lugares muy distantes reconocemos conceptos familiares como casa, gente, comida, etc.
Sexto, el trasfondo facilita ciertas clases de predisposición En cualquier momento, estoy predispuesto para ciertas cosas y no para otras.
Entre esos modos se hallan la percepción, el pensamiento, el lenguaje, las creencias y los deseos, así como las imágenes, los mapas, los diagramas, etc. ese conjunto de todos esos modos Searle lo llama «representaciones».
Uno de los críticos del realismo el filósofo Putnam,[1] pone este argumento para atacar el realismo, nos dice que imaginemos que este es un universo conformado por tres elementos: A-B-C.
Searle nos dice que no hay tales respuestas absolutas, que alguna es relativa a la elección arbitraria de un esquema conceptual, este argumento contra el realismo sostiene que creer en un realismo externo lleva a inconsistencias porque permite dar descripciones inconsistentes de un mundo aparentemente independiente.
La postura de Searle es crítica del antirrealismo de hecho dice que de igual forma el antirrealista lleva su automóvil al mecánico para que se lo ajuste y se cepilla los dientes a diario como si creyera que hay objetos en el mundo externo.
Estas posturas contrarias al realismo según el son un ataque a la objetividad epistémica, la racionalidad, la verdad y la inteligencia en la vida intelectual El criterio de lo verdadero se da en una correspondencia entre el hecho y el enunciado, se dice que algo es verdadero cuando es fiable de que representa las cosas que dice representar, Searle enuncia el criterio de descomillación, que sigue a la correspondencia entre la sentencia y su realidad objetiva, por ejemplo: “la montaña tiene nieve en la cúspide” tiene correspondencia a : la montaña tiene nieve en la cúspide ( sin comillas), lo que quiere decir que el enunciado en palabras representa lo que dice en un estado de cosas del mundo, desde esta idea la verdad sucede cuando los rasgos de identidad corresponden en enunciado y realidad, es falsa una idea cuando no hay correspondencia.