Tras el naufragio de sus navíos, un mercader viudo y arruinado debe exiliarse al campo con sus seis hijos.
Tras un viaje agotador, el mercader descubre el dominio mágico de La Bestia, que le condena a muerte por haberle robado una rosa roja.
Cuando cae la noche, los sueños se presentan a Bella como fragmentos del pasado de La Bestia.
El periódico Le Monde evoca una "renovación lujosa que suaviza y modela el cuento para ponerlo al día con estándares tecnoecológicos".
[13] La revista Télérama describe una película con "chic pompiérisme", llena de "diálogos planos", que se mira "sin conmoverse".
[14] El diario Le Figaro escribe que "Christophe Gans filma sin moverse nunca".
También señalaron que Gans había diferenciado con éxito la película del material fuente y las adaptaciones previas, manteniendo el "espíritu" de la historia original.