La bella señora Seidenman
[5] El libro se compone de 21 capítulos no titulados, que generalmente están centrados en uno o varios personajes.El autor se concentra a menudo en la motivación y justificación moral de sus figuras.[7] En el año 1996 Szczypiorski recibió la „Orden por le Mérite für Wissenschaften und Künste“.Apolinary Kujawski es sastre, cose pantalones para los oficiales de la Wehrmacht y compra objetos de arte a conciudadanos empobrecidos y hambrientos como el viejo juez Romnicki, quienes a su vez adquieren alimentos con el dinero recibido.No tiene fines de lucro, sino que pretende entregar las obras a un museo cuando Polonia sea libre.Ha heredado la sastrería de Banjamin Mitelman, un judío que debió irse al gueto en 1940 y murió en 1942, cuyo hijo -el dentista Mieczylaslaw- es asesinado a tiros.Kujawski es una figura paradigmática en el microcosmos creado por Szczypiorski: un hombre sencillo pero con firmes principios morales.Gostomska es una vieja amiga y que el arresto solo puede ser un error.Pero Irma Seidenman reacciona con agudeza mental y actúa como si le conociere.Su escritorio está en el mismo edificio en la Avenida Schuch donde una vez había pasado una noche muy angustiosa en una celda.[10] Paweł Kryński es el hijo de un oficial polaco, tiene casi 20 años, pero parece mayor y más maduro.Colabora en el rescate de la Sra, Seidenman y ayuda a Henryk Fichtelbaum.Henryk Fichtelbaum es hijo del abogado Jerzy Fichtelbaumun y viejo amigo de Pawel.Más tarde retorna a Varsovia y al gueto, participando en el levantamiento.Profesa una profunda aversión a los comunistas, la cual surge del hecho de que el ferroviario “era un trabajador confiable.Pero afuera acecha el bello Lolo, un inútil que reconoce fácilmente a los judíos, los sigue hasta sus escondites y los chantajea amenazándolos con denunciarlos.20 años después, los dos se reencuentran por casualidad, esta vez en un campo de reeducación comunista donde ocupa un cargo.Suchowiak chantajea al chantajista y se asegura de esa forma su supervivencia.Al ver por primera vez a un soldado israelí abrir una puerta de los palestinos con una sola patada, cree que es correcto que "una patada judía llame a la humanidad al orden", pero su entusiasmo es de corta duración: los palestinos están inclinados, con los brazos cruzados detrás del cuello, las mujeres gritan.Sor Weronika sigue la voz de Cristo, que se le apareció en su infancia.El título en español que sugiere, tal vez, el romance de una bella judía, es engañoso, y desvía la atención del lector en una dirección completamente diferente a la del título original, si bien más fácilmente interpretable.La obra tiene puntos en común con la novela Wielki Tydzień (Semana Santa), de Jerzy Andrzejewski, que fue escrita en 1943.Incluso el mayor criminal, ya sea Stalin o un secuaz de las SS, dijo una vez, es un ser humano, y como escritor, no tiene derecho a juzgarlo.Dios es un mudo interlocutor que no interviene en la historia, pero se manifiesta en el momento de la muerte.El ferroviario Filipek ve un país que una vez se extendía de mar a mar, dominaba Gdańsk y Kudak, Głogów y Smolensk [...] La última trinchera de la Europa latina [...] un baluarte ante la embestida germánica.Johann Müller, ya en Alemania, compara la mentalidad alemana con la polaca: “Ser el mejor en todos los campos, ser inigualable: ésta es la ambición alemana” y la compara con el “maldito mal de la polinidad...su carácter inacabado, incumplido, inseguro, inquieto, imperfecto, caprichoso e indomable”.[28] Con respecto a la relación entre polacos y judíos se pronuncia de forma clara: “pues sin los judíos ya no eran los polacos que habían sido y que deberían haber sido para siempre” [29] Szczypiorski dijo en una entrevista: «Hay pueblos en el mundo que han sido obligados por la historia a vivir con un programa mínimo.La autora Irena Irwin-Zarecka dijo al respecto: "Un lector de Alemania Occidental [en el momento del Historikerstreit] podría poner fácilmente la novela en un marco más amplio de esfuerzos para restar importancia a la singularidad del nazismo."[33] La revista mensual “Odra”, publicada en Breslavia, escribió en su número de septiembre de 2000 un obituario en el que se podía leer: “Contrariamente a las apariencias, la novela y su recepción en Alemania han perjudicado el diálogo entre Alemania y Polonia, a no ser que se denomine a aquello que los alemanes quieren escuchar, “diálogo”.Początek se encuentra en una posición precaria entre la idealización nostálgica del pasado apocalíptico y la indignación autodestructiva por el curso de la historia polaca.