Los vívidos ropajes del arcángel Gabriel contrastan con sus alas grises, produciendo un efecto deslumbrante.
El concierto de ángeles, variado y vivaz, resulta armonioso con sus ropajes verdes, anaranjados, marrones, blancos y azules pálidos, que contribuyen en gran medida a la colorida belleza de esta obra.
En versiones anteriores, el pintor había representado a la Virgen sentada y con una mano en el libro, sorprendida por la aparición de Gabriel.
En la parte superior, el coro angelical entona himnos con el sonido de la flauta, el salterio, el arpa y la viola da gamba.
En este lienzo no hay elementos superfluos: los personajes, gestos, objetos y luz tienen un significado específico, necesario para la comprensión del episodio, sin que esto vaya en detrimento de su belleza formal.