Recientemente, han pasado a apodarse Teatro Inestable de Ninguna Parte.
Sus espectáculos no presentan respuestas, más bien actúa como consciencia del espectador, al que le planta ante los ojos palabras en forma de imágenes.
Sus escenarios son el trampolín desde el que lanzan su visión del mundo y de la vida, una visión que va desde lo particular a lo general, es decir, a las cuestiones universales como son la soledad, el miedo, el tiempo, la rutina, la desesperanza, el olvido...
Los objetos utilizados suelen tener la connotación de elementos que han pertenecido a personajes ausentes, como por ejemplo, camisas colgadas, sillas desfondadas que nos recuerdan a otra época, fotos de antiguos artistas, etc.
Sus obras tienen un carácter Barroco ya que hay un continuo juego de sombras, retorcimientos y escorzos dolorosos.