La Reforma fue un movimiento religioso que tuvo lugar en el oeste de Europa durante el siglo XVI, el cual produjo una división en la cristiandad entre católicos y protestantes.
Este movimiento “generó un quiebre norte-sur en Europa, donde por lo general los países septentrionales se convirtieron al protestantismo, mientras que los países meridionales permanecieron católicos.”[1] La Reforma produjo dos ramas principales del protestantismo: la una fueron las iglesias evangélicas que seguían las enseñanzas de Martin Lutero, y la otra las iglesias reformadas, que se basaban en las ideas de Juan Calvino y Ulrico Zuinglio.
El arte que pretendía representar figuras religiosas o escenas siguió la teología protestante buscando representar a personas e historias que enfatizaran la salvación mediante la gracia divina y no gracias a obras personales o mediante la intervención de la burocracia eclesiástica.
Las ilustraciones en libros e impresiones eran menos resistidas, ya que eran de menores dimensiones y más privadas.
[3] La destrucción fue extremadamente traumática y promovió la división dentro de las comunidades, una manifestación física explícita, a menudo impuesta desde arriba, que no podía ser ignorada.
Juzgada acusada de blasfemia, pagó una pequeña multa sin protestar, pero se negó rotundamente a pagar la cantidad de dinero adicional que la corte le ordenó debía abonar al convento para reemplazar la estatua, arriesgándose a importantes penalidades.