[1] Fue concebida como una primera parte que narra las represiones y trágicas acciones conocidas como la Patagonia rebelde.
Estos fueron una serie de conflictos sociales-económicos-conservadores en tierras magallánicas, con una secuela que no vio la imprenta.
Desde Buenos Aires son boicoteados y el gobierno de Hipólito Yrigoyen no les presta el debido respaldo frente al poder de los terratenientes de sangre extranjera, quienes a su vez monopolizan los recursos y compran voluntades entre los políticos obsecuentes y lacayos.
Presenta una imagen nada agradable y limpia de las familias de nuevos estancieros colonizadores extranjeros y sus herederos – quienes irónicamente se vieron arrojados y trasplantados a estas tierras australes apremiados por los pogromos o linchamientos regulares en la Rusia Zarista, durante la segunda mitad del siglo XIX –, quienes monopolizaron la explotación económica en la zona y se convirtieron en acaudalados clanes, vía matrimonios y cooperativas (los Braun, Hamburger, Menéndez, Blanchard, Nogueira, Kusanovic).
La obra retrata actos de violaciones a los derechos humanos financiadas por familias cristianas, judías y ortodoxas.